Cuando se trata de apuestas, la creencia general es que el casino siempre gana. Una parte de esto es una realidad, ya que las probabilidades de todos los juegos dan una ventaja bastante superior al casino, siendo esa la base del negocio. Si todos los jugadores tuvieran altas probabilidades de ganar, los juegos de casino no serían rentables y la industria no habría tenido el desarrollo que disfruta.
Entonces, ¿son leyendas urbanas las muchas historias de gente que ha logrado desbancar a los casinos o hay algo de realidad en todo aquello? Pues sí, son casos excepcionales, pero muy reales. Es posible ganarle al casino y un nutrido grupo de personas ha logrado demostrarlo a lo largo de la historia moderna de las apuestas.
Mucho antes de que el blackjack online fuera algo común y que los juegos de apuestas tuvieran el acceso que tienen en la actualidad, solo era posible jugar cara a cara contra un crupier y otros jugadores en una mesa dentro de un establecimiento especialmente diseñado para las apuestas. Bajo este entorno, la posibilidad de hacer trampas o manipular el sistema era bastante limitada.
Sin embargo, un grupo de estudiantes del MIT (Massachusetts Institute of Technology) liderado por Bill Kaplan, utilizaron un modelo matemático para contar cartas y lograron vencer a importantes casinos de Las Vegas, que se encontraban en pleno auge hacia el año 1992. Un caso sin precedentes y que hizo un eco importante entre la comunidad de apostadores de todo el mundo.
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Bill Kaplan: Graduado de Harvard, contando cartas en el MIT
Kaplan era un graduado de Harvard que ingresa al MIT con el objetivo de liderar a un grupo de apostadores que, a través de un modelo matemático, se dedicarían a contar cartas. Un sistema probado con rigor científico y que garantizaba retornos de la inversión del 100% para todos los que decidieron invertir en la actividad del grupo.
Para colocar la historia en contexto, en el año 1977 Bill Kaplan, con US$1.000, se fue a Las Vegas y convirtió esa cantidad de dinero en US$35.000. Con ese dinero pagó sus estudios de MBA en Harvard y después de eso fue contactado para liderar un pequeño grupo en el MIT, integrado por cuatro jugadores, un profesional y un inversor.
Durante un año jugaron en Atlantic City, cuadruplicando el capital inicial de 5 mil dólares. Sin embargo, más que un grupo de apostadores de élite con un sistema probado, se estaban comportando como apostadores aislados sin una estrategia consistente. Esto fue cambiado por Kaplan, quien con su análisis estadístico del juego e investigación propia perfeccionó la estrategia.
El entrenamiento del grupo fue exitoso, pero, más allá del sistema perfecto y que realmente funcionaba, hubo ciertos errores humanos que terminaron por hacer que todo el esfuerzo del grupo se viniera abajo. El primero de los errores fue haber extraviado una bolsa de papel que contenía 125,000 dólares producto de apuestas.
La bolsa se perdió en un aula del MIT y fue recuperada por una señora de limpieza, quien lo puso en su casillero durante 6 meses hasta que el FBI consiguió dar con el paradero del dinero y volvió a manos del equipo. Tras este incidente, otros jugadores comenzaron a ser descubiertos por los casinos, dando inicio a investigaciones privadas.
Como resultado, se detectó que las direcciones de muchos de los involucrados estaban relacionadas con el MIT. Así, dados los acontecimientos y las presiones sobre el equipo, el grupo fue disuelto en el año 1993. Para ese entonces, el equipo contaba con 80 jugadores y la presión por mantener funcionando el grupo era enorme, por lo cual Kaplan decidió disolverlo.
¿Cómo funciona el conteo de cartas?
Tras la disolución, algunos de los miembros aprendieron de los errores, utilizaron la misma técnica y establecieron grupos independientes. Uno de los miembros del equipo era Mike Aponte, quien a pesar de haber sido expuesto como contador de cartas, ganó la Serie Mundial de Blackjack en 2004 y en la actualidad es asesor de casinos prestigiosos en todo el mundo.
El conteo de cartas es totalmente posible. Se trata de una habilidad matemática donde el jugador lleva un recuento mental, computando las cartas altas y las bajas en secreto para saber en qué momento aumentar la apuesta. Si bien no se trata de una actividad ilegal, es algo que a los dueños de casinos no les gusta y por lo tanto se reservan el derecho de admisión cuando descubren que un jugador está contando cartas de manera evidente.